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Naves ardiendo más allá de Orión 2005
1. Elegía
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
En el barrio guardan luto por tu ausencia
y maldicen el marrón de tu destino.
Se agotó todo el costo en la plaza vieja
y las litronas en las tiendas de los chinos.
Brindaron por tu memoria
los muchachos de La Mina.
En Barna llueve, cantan bulerías para ti.
No eres héroe ni bellaco.
Pero te golpeó la vida
de la periferia gris.
Libre, libre quiero ser, quiero ser libre,
cantan en las galerías de La Modelo.
En el patio te recuerdan, te bendicen.
Con cuarenta tacos nadie fue tan viejo.
Vencido rey del volante,
no reponen ya tus cintas
en la vieja filmoteca.
Vendedores ambulantes
se toman libre hoy el día.
Triste está hasta la madera.
Hoy en los suburbios celestes
te invita en el peor antro
a unos vinos el Durruti.
Un Seat 124
te espera en la salida
con el motor encendido.
Tocan trompetas divinas
una canción de los Chichos.
Antes de nacer ya eras carne de trena,
luego bebiste espejismos por la aguja.
Nunca cupo tanta rabia en una celda
y la cirrosis te frustró la última fuga.
La justicia es implacable
con los que no tienen guita
y sólo queda resistir.
La vida en la periferia,
cruel, siempre abre una herida,
tú fuiste su cicatriz.
Hoy en los suburbios celestes
te invita en el peor antro
a unos vinos el Durruti.
Un Seat 124
te espera en la salida
con el motor encendido.
Tocan trompetas divinas
una canción de los Chichos.
Hoy en los suburbios celestes
te invita en el peor antro
a unos vinos el Durruti.
Un Seat 124
te espera en la salida
con el motor encendido.
Tocan trompetas divinas
una canción de los Chichos.
Hoy en los suburbios celestes
te invita en el peor antro
a unos vinos el Durruti.
Un Seat 124
te espera en la salida
con el motor calentito.
Toca en el loro un ángel
una rumba de los Chichos.
Libre, libre quiero ser.
Quiero ser, quiero ser libre.
2. El virus del miedo
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
Lo amaban, ni más ni menos,
y se sacaba cada mañana
las espinas del sueño.
Juraba y maldecía
y se enredaba en la alambrada
de la mansa rutina.
Vivía como tú o como yo.
Los viernes por la noche
iba a buscar a su amor.
Fumaba tranquilo,
planeaba la semana
y ella le arrancaba el cigarro
y lo besaba.
Y un día lo mordió el virus el miedo.
Entendió que las mujeres
nunca tienen dueño.
Y temió que ella marchase,
que se agotase el manantial
sin un por qué.
Venció el miedo y faltó a la última cita,
no descolgó el teléfono
que aullaba en la mesilla.
Y el temor a la derrota
lo agarrotó como un calambre,
sin un por qué.
Duro, intenso y precario…
Se enfrentaba cada día
al oleaje en el trabajo.
Y una mañana la cobardía
lo paralizó en la puerta
y no entró a la oficina.
Volvía a despertar
y empezaba el periódico
como tantos -por detrás.
Vio y sintió la noche
del planeta y su desastre,
tuvo miedo y decidió
no salir a la calle.
Y ahí lo tienes encerrado en casa,
temblando como un niño,
sellando las ventanas,
para no ver, ni escuchar,
sentir, notar la vida estallando fuera.
Por miedo a sentir miedo
fue a la cama,
como una oruga se escondió
y envuelto entre las mantas
se durmió,
hizo humo el sueño
y se olvidó del mundo
por miedo a despertar.
Aún sigue dormido.
Pasaron los inviernos
y aún sigue escondido,
esperando que tu abrazo
le inocule la vacuna
y elimine el virus del miedo
y su locura.
3. Sucede que a veces
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
Sucede que a veces la vida mata y el amor
te echa silicona en los cerrojos de tu casa,
o te abre un expediente de regulación,
y te expulsa del Edén, hacia tierras extrañas.
Sucede que a veces sales de un bar y la luz
quema la piel de este vampiro que te ama,
te llena la frente de fino polvo marrón-sur,
bostezas y te queman agujetas en las alas.
Pero sucede también
que, sin saber cómo ni cuándo,
algo te eriza la piel
y te rescata del naufragio.
Y siempre es viernes, siesta de verano,
verbena en la aldea, guirnaldas en mayo,
tormentas que apagan el televisor.
Teléfonos que arden, me nombra tu voz,
hoy ceno contigo, hoy revolución,
reyes que pierden sus coronas,
verte entre la multitud,
abrazos que incendian la aurora
en las playas del sur.
Sucede que a veces la vida mata y te encuentras
solo y en este corazón no reciclable
se hunden petroleros desahuciados y sospechas
que provocan miopía en lanzadores de puñales.
Sucede que a veces la vida mata y el invierno
saca su revólver, te encañona en las costillas,
te aterran los álbumes de fotos y el espejo,
huele a pino el coche y el mar a gasolina.
Pero sucede también
que, sin saber cómo ni cuándo,
algo te eriza la piel
y te rescata del naufragio.
Y siempre es viernes, siesta de verano,
verbena en la aldea, guirnaldas en mayo,
tormentas que apagan el televisor.
Teléfonos que arden, me nombra tu voz,
hoy ceno contigo, hoy revolución,
reyes que pierden sus coronas,
verte entre la multitud,
abrazos que incendian la aurora
en las playas del sur.
Sucede que a veces la vida mata…
Y siempre es viernes, siesta de verano…
Hoy ceno contigo, hoy revolución…
4. Duermes
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
Duermes,
mientras la ciudad golpea el cristal con su llanto,
ajena a tu sueño. Qué pena que este milagro
de verte dormida en paz
no desborde el muro de esta habitación.
Ojalá que mañana,
cuando te despiertes,
duerma mi dolor.
Duermes,
y bajo el flexo una estudiante reza la locura
de huir con los muchachos del camión de la basura.
Y, mientras, los bares
entierran la culpa de esta gran ciudad.
Tantas soledades,
sin saber que duermes,
no pueden amar.
Duermes,
insomne cruzo la casa y te busco intranquilo
porque sueño a tu lado,
aunque no duerma contigo.
Duermes,
perdona mi maldita costumbre de despertarte
porque tengo miedo,
o porque llego tarde.
Duermes,
y un hombre escribe versos frente a una computadora.
Temblando, en la pantalla, abre la caja de Pandora.
Y en un cuarto de hotel,
busca encendida en el minibar
el rumor de las olas
una pareja que esta
noche no dormirá.
Duermes,
y un hombre llora en un taxi mientras suena la radio.
Una mujer desnuda lo detiene en un semáforo.
Nadie sabe que duermes,
no consta en los diarios.
Qué lástima la gente
que nunca besará la paz
sobre tus párpados.
Duermes,
insomne cruzo la casa y te busco intranquilo
porque sueño a tu lado,
aunque no duerma contigo.
Duermes,
perdona mi maldita costumbre de despertarte
porque tengo miedo,
o porque llego tarde.
5. Reina del súper
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
¿Sabes? No me canso de espiarte
entre la sección de ofertas
y menaje del hogar.
Llevo como tú
tu nombre grapado en mi pecho
y, en mis manos, las espinas de un rosal.
Has pasado por el lector láser
mi costumbre, mi alimento,
mi pecado, mi maná.
Y entre ofertas nuestra melodía
suena por megafonía.
Hoy te sacaré a bailar.
Reina del súper,
dueña de mi barco,
seré tu Barbarroja.
Abordaremos tu galeón,
llenaremos los carritos de conservas,
tiraremos nuestro miedo por la borda.
Reina del súper,
dueña del Saloon,
seré tu Jesse James.
Será el asalto perfecto,
huiremos con el botín
hacia las playas de Almería,
hasta el cercano Far West.
Tengo el corazón y la tarjeta
echando humo, tengo llena
la nevera de champán.
Me diste la lejía más blanqueante,
dos por uno, y el más suave
papel que pude soñar.
Romperemos nuestras ataduras.
Yo, la lista de la compra
y tu contrato temporal.
Tú, rompe el precinto de la caja
pero guarda tu uniforme.
Esta noche será especial.
Reina del súper,
dueña de mi barco,
seré tu Barbarroja.
Abordaremos tu galeón,
llenaremos los carritos de conservas,
tiraremos nuestro miedo por la borda.
Reina del súper,
dueña de mis cielos,
acuda a caja tres.
Será el asalto perfecto,
huiremos con el botín
hacia las playas de Almería,
hasta el cercano Far West.
Reina del súper,
dueña del Saloon,
seré tu Jesse James.
Será el asalto perfecto,
huiremos con el botín
hacia las playas de Almería,
hasta el cercano Far West.
6. Volveré temprano
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
Volveré temprano,
no dejaré que se seque
tu noche
ni el ficus de la entrada.
Daré luz a los peces
que navegan por la casa,
y en tu vientre
no habrá marejada.
Volveré temprano,
ponte mi pijama.
Ya lo sé,
lo que te doy es bien poco.
Pero aunque el diario
hoy se olvide de nosotros,
mañana una paloma
se posará en tus hombros.
Volveré temprano,
respira tranquila.
Cuando los demonios
salen tus heridas
no habrá que buscar
ni luz ni aspirinas.
Allí estaré yo.
Y si te despiertas
antes de que salga el sol
y algo se enreda en tu pecho,
ese seré yo.
No habrá dilaciones.
No habrá más aullidos
ni cuchillos
arrastrándose en la calle.
Seremos nosotros
los que al alba hablen
de este aroma de tormenta.
Seré yo quien te descalce.
Volveré temprano.
Hoy haré la cena.
No temas,
que la noche ya termina.
Y a lo lejos, lluvia
y unicornios que relinchan,
pasionarias que florecen
nos darán la bienvenida.
Volveré temprano.
Te traeré la aurora
y, para tu espalda,
polvo de mariposa.
Si nadan estrellas
hoy bajo tu ropa,
allí estaré yo.
Y si te despiertas
antes de que salga el sol
y algo se enreda en tu pecho,
ese seré yo.
7. Alicia
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
Alicia,
brújula y equilibrio.
Una tarde en un cine
rompiste el maleficio
y otro mundo es posible.
Alicia,
emprendamos el vuelo.
No habrá quien nos detenga,
señora de mis cielos,
boca de hierbabuena.
Si un día amanece sin mí,
Alicia es capaz de exigir
que los astros se detengan,
que reparen en mi ausencia,
que regresen por mí.
Alicia,
si hoy estás cansada
se detendrán mañana
los relojes, las calles,
las marchas militares.
Alicia,
dueña de mis suspiros,
resuelve el acertijo
que supone estar lejos
de tu luz y estar cuerdo.
A veces no puedo dormir, Alicia,
y sé que te vas a reír
pero ando loco buscando la melodía
que te congele en mi abrazo,
que te retenga a mi lado.
Alicia…
Alicia…
8. Fragilidad
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
Todo es frágil:
tu costumbre de amarme,
mi fe,
el silencio y la vida que duerme
en un vagón de tren.
Tu contrato fugaz,
la memoria,
este hilo de voz,
las quimeras que surcan estrechos
y este corazón
que persigue tu rastro
en la alfombra de la habitación.
No es tan frágil
el trueno del fúsil,
el temor
a perderme tus dulces mañanas,
tanto dolor.
La memoria del banco,
el aroma de aceite en el mar,
las fronteras de acero para hombres,
humo para el capital
que regula espejismos
y ordena tu necesidad.
Yo soy frágil como un cristal
si falta usted a esta cita, mi amor,
si el canto se llena de olvido,
si el recuerdo se va
y ya no ríe conmigo.
Quizá no seamos héroes
pero aún seguimos vivos
y en la crisálida su voz estallará.
Y no se quedará inmóvil al borde del camino
y hará futuro su fuerte fragilidad.
Es tan frágil el abrazo del mundo y su paz,
la promesa desde la tribuna
y su empeño por perdurar.
Soberbio y resistente
es el grito del miedo anunciando el final
y la noche que escupen al cielo
tantas chimeneas,
los disparos de nieve,
el rugido de las bayonetas.
Quizá no sea tan frágil
tu costumbre de amarme,
mi fe,
tu voz y tu memoria.
¿Sabes?, quizá me equivoqué.
Quizá no sea indestructible
el trueno del fusil, tanto dolor,
la burbuja que encierra este grito
y este temor
a saberme perdido,
a perderte y perder la razón.
Yo soy frágil como un cristal
si falta usted a esta cita, mi amor,
si el canto se llena de olvido,
si el recuerdo se va
y ya no ríe conmigo.
Quizá no seamos héroes
pero aún seguimos vivos
y en la crisálida su voz estallará.
Y no se quedará inmóvil al borde del camino
y hará futuro su fuerte fragilidad.
9. Allí
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
Allí, donde quiero volver, tantas cosas se quedaron.
¿A dónde he ido a parar? ¿En qué isla he naufragado?
Allí corría tras una falda que huía despavorida.
¿Qué habrá sido de esa niña? Me recuerdo todavía
siguiendo sus pasos atento, escondiéndome en lo oscuro
de un rincón deshabitado. Allí quisiera volver a menudo.
Allí había un universo y una cárcel de juguete.
“Señor Serrano: a la pizarra”. “¿Señor serrano?”. “¡Presente!”.
Allí aprendí a vivir, y también a recitar
con poco rigor el pretérito imperfecto del verbo amar.
Había uno que sabía, y en casi todos los recreos,
de anatomía femenina desvelaba los misterios
Y al final liberación, desatada infantil jauría.
Padres cambiando los cromos, palulú ‘pal niño y la niña.
Y la niña.
Allí me dejé olvidadas mis chapas en algún charco.
Ya no recuerdo cuantas cosas allí he olvidado.
Allí crecían por las noches horrorosos monstruos fantasmas,
más dulces que los que ahora por las noches nos asaltan.
Si pudiera volver allí, ay, si pudiera.
Si ya no reconozco ni el barrio, lo devoró la hormigonera.
Allí soñaba cada día escapar por la ventana
y andar de teja en teja por los tejados que se veían desde mi casa.
Allí recuerdo, las ventanas eran más pequeñas.
Ahora son grandes, enormes, y apenas miro por ellas.
Apenas miro por ellas…
10. El vals de los jubilados
Letra: Rodolfo Serrano
Música: Ismael Serrano
Se levanta muy temprano
con todo el día por delante.
Y da vueltas por la casa,
estorbando en todas partes.
Se anuda al fin la corbata,
en tiempos tan elegante.
Lo mismito que un pincel
el viejo se echa a la calle.
Con el pan debajo el brazo
visita todos los bares.
Tomás, ponnos unos tintos
que invito a las amistades.
A voces arregla el mundo
y a voces, aunque se pase,
pontifica de los toros,
de la liga y del cante.
“Si las cosas, ya le digo,
soplaran con otros aires,
y aquella maldita guerra
como acabó no acabase,
ni aquí estaría yo ahora,
ni usted. Y lo más probable
es que la tortilla misma
la vuelta tendría que darse”.
Y suspira con nostalgia
de aquel que todo lo sabe.
Y una mirada a esa niña,
que la edad no mata el hambre.
Hoy es día veintiocho
y la pensión viene tarde.
“A los viejos, ya le digo,
lo bailao no nos quita nadie”.
Con un vinito en el cuerpo
el viejo a su casa se abre.
Ella lo espera en la puerta.
“Menudo cuerpo me traes”.
Comen los dos en silencio.
De vez en cuando una frase
rompe las cuatro paredes.
“¿Decías algo?¿Me hablaste?”.
Son tantos años de oírse
que no saben escucharse.
“¿Sabes algo de los chicos?”
“El mayor llamó ayer tarde”.
Pasan el tiempo en silencio.
Después de comer no salen.
Luego cenan y ven tele
un ratito y a acostarse.
Si las cosas, es verdad,
soplaran con otros aires.
Si la sombra del olvido
con el tiempo no arrastrase
recuerdos que en este otoño
dejan huérfano el paisaje,
otro gallo cantaría,
quizá no sería tan tarde.
Y suspira con nostalgia
de aquel que todo lo sabe.
Y una mirada a esa niña,
que la edad no mata el hambre.
Hoy es día veintiocho
y la pensión viene tarde
A los viejos, ya le digo,
lo bailao no nos quita nadie.
11. Jóvenes y hermosos
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
La lluvia suspendida en los neones
araña mis pulmones y el barniz
rojo metalizado del coche que te ve salir
del metro de Callao, envuelta en una nube
de cenizas y Tresor,
cansada como el humo de mi boca,
como el día en que dijiste adiós.
Rubia, ¿qué haces aquí?
Esto está lejos de tu barrio.
Y el dulce bisturí
de la memoria, el viejo tacto
de tu mejilla, me cortó.
Tómate algo conmigo
antes de que ardan las aceras,
de que la primavera acabe y cuéntame
que hiciste en este tiempo,
dime que estás bien.
Entremos aquí mismo, ¿te casaste?
No me digas…
Jefe, un par de cañas.
Confiesa que me buscaste
entre los escombros,
en las ruinas del alma.
Dime que aún recuerdas
el asiento de atrás del coche,
los mirones del parque,
césped en mis pantalones
y la certeza de sentir.
Mirabas siempre al sur,
joven y hermosa.
Decías que tras la autopista
me esperabas para huir.
Mirábamos al sur, no fui tan lejos
por no encontrar al otro lado
las certezas que perdí.
Y esta claridad.
Yo sigo con mi lucha y mis canciones
y para morir joven ya soy viejo
-nunca fue mi afán-.
Que la vida iba en serio
ya te avisó un poeta,
y como a mi, hiciste bien,
tampoco lo escuchaste.
Por eso te seguí hasta el precipicio,
y acaricié las luces de tu estambre.
Me dejaste la guerra,
y los manojos de ortigas.
Te fuiste con mi aliento,
con mis discos de Sabina
y la llave del porvenir.
La herrumbre de los años te respeta.
Otra cerveza. ¿Cómo que te vas?
Con las prisa de siempre, rubia.
Sigues igual.
Bueno, tienes razón,
algo hemos cambiado.
Nos agotó el reloj.
Tú te cambiaste de tinte,
yo cada día miento peor.
Te acompaño hasta el metro.
No, mujer, que no es molestia,
y si te faltan refuerzos:
mi teléfono en tu agenda
y la certeza de sentir.
Mirabas siempre al sur,
joven y hermosa.
Decías que tras la autopista
me esperabas para huir.
Mirábamos al sur, no fui tan lejos
por no encontrar al otro lado
las certezas que perdí.
Y esta claridad.
Y esta claridad…
12. Estamos a salvo
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
Estamos a salvo del filo de la noche,
de bares donde rompen el humo las canciones,
de las putas con frío, del alcohol en la calle,
del sexo transparente, de que sus vientres hablen.
Del hambre, nos salvaron, de otros continentes,
de las verdades que gritan dormidas las mujeres.
Estamos a salvo de aviones, rascacielos,
de niños ancianos cruzando nuestro estrecho,
de saberse perdido, la luz de la memoria,
del polen, de su risa, de que yo te conozca.
De decidir el fin, y morir con aguacero,
cansado de doler, de la aurora y sus sueños.
Los ángeles custodios nos pusieron a salvo,
cerraron las ventanas para evitar tu salto.
De nuestras decisiones los sabios nos salvaron,
del mordisco rebelde que supone este abrazo.
Estamos a salvo del mar y su pureza,
de libros que escribieron preguntas sin respuestas,
de estar sin cobertura, de hablar con el vecino
que duerme en la escalera, del azar y sus hijos.
Del aire estás a salvo en que tiemblan mis ladridos.
De ti estamos a salvo. Mi vida estoy perdido.
13. Dulce memoria
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
Mi dulce memoria,
has sido enterrada a los pies
de un árbol hendido,
por esta tormenta de rayos catódicos,
horrores y luz de espejismo.
Rojas amapolas,
vientos del olvido
hacen temblar
como animales dormidos.
Enferma de amnesia,
calla la ciudad.
Guerras preventivas,
los delirios de un loco borracho
que no escucha a nadie.
Los fantasmas de Shaigon
deambulan insomnes
por la vieja ciudad de Scherezade.
Lo dijo Casandra
mas no la creíste.
No estamos a salvo,
no somos más libres.
La Historia está viva,
violenta y mortal.
Mi dulce memoria
quizá te despierte
esta triste elegía.
Que traigan tus besos
ese otro mundo posible
que tiembla en tu boca,
que anuncia este día.
Muros de la vergüenza
traen la sombra del pasado,
arrebatando tu luz,
oscurecen nuestros cielos.
Hombres y mujeres de Cracovia,
atrapados por murallas,
leen con velas el Talmud,
esperan dentro del guetto.
Y en Palestina
tras otro muro
un hombre se encomienda a Alá,
llora y maldice a este mundo
que siempre lo olvida,
que ignora su llanto.
Ríos de humanidad huyendo
del frío y del hambre
sueñan con llegar muy lejos,
quizás solo hasta mañana.
Ya no recuerdas los trenes
que partían de aquí
cargados con tu esperanza
hacia la vieja Alemania.
Se rompen las cáscaras
de nuez contra tus costas.
Y el estrecho es un abismo
que salva a la vieja Europa.
¿De qué? ¿Ya no recuerdas?
Pueblo emigrante,
enfermo de amnesia.
Mi dulce memoria
quizá te despierte
esta triste elegía.
Que traigan tus besos
ese otro mundo posible
que tiembla en tu boca,
que anuncia este día.
14. Ya nada es lo que era
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
Ya nada es lo que era,
nuevos paisajes, nuevas fronteras,
delimitando mis gestos, mis costumbres.
Otra lumbre iluminará mis versos,
otros muertos mis soledades,
otras felicidades mis fiestas,
otras dudas mis certezas.
Ya nada es lo que era.
Me tendré que acostumbrar
a esta fría soledad
como un viejo con días contados a su enfermedad.
Y nombrarte o esperarte en un café,
y padecer otro principio,
y volver a los sitios en que me has abandonado,
y ser asesinado
allí donde te amé.
Ya sólo me queda
la vacía pena
del viajero que regresa.
Estoy tan perdido,
soy el asesino
de tantas primaveras.
Ya nada es lo que era.
Ya nada es lo que era,
recorreré las aceras
buscando una luz que me recuerde a ti.
¿Quién me acompañará ahora a los Alphaville?
¿Quién hará cicatriz mis heridas?
¿Quién descubrirá mis mentiras?
¿Quién facilitará mi huida?
Y es que ya nada es lo que era.
Ya sólo me queda
la vacía pena
del viajero que regresa.
Estoy tan perdido,
soy el asesino
de tantas primaveras.
Ya nada es lo que era.
Ya nada es lo que era.
