Los paraísos desiertos

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Los paraísos desiertos 2000

1. Km.0

Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano

Madrid, deshabitado como mi colchón
el verano en que me hice mayor,
y ella que ya no llama.

Tanta ciudad y tan poco por hacer,
gente que sueña su siesta y que
mira por la ventana.

Gente que miente por un trozo de calor,
que reza por que pare el ascensor,
atrapado contigo.

Madres que pierden a sus hijos al nacer,
buscando entre tus piernas lo que ayer
han dado por perdido.

Kilómetro Cero,
respira en el centro de la ciudad
el alma que se pierde al escapar.
Kilómetro Cero,
comienzo de los días que han de venir,
la lluvia que se derrama por ti.

Bares en los que la calma y la cerveza
salvan nuestra vida, y mi cabeza
soñando estar bajo tu ropa.

Promesas que se dicen en la cama,
luces que se clavan en tu espalda,
deja que yo te vista ahora.

Bajo unas ruedas mi mala sombra arrojaré,
quizás así interprete ese papel
en el que soy tu abrigo.

Mujeres que quizás hoy no puedas pagar
cuestionan con sus labios la verdad
de que aún seguimos vivos.

Kilómetro Cero,
respira en el centro de la ciudad
el alma que se pierde al escapar.
Kilómetro Cero,
comienzo de los días que han de venir,
la lluvia que se derrama por ti.

Kilómetro Cero,
respira en el centro de la ciudad
el alma que se pierde al escapar.
Kilómetro Cero,
comienzo de los días que vendrán,
la calma que nos trae tu tempestad.

2. La mujer más vieja del mundo

Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano

Nunca fue la bailarina más bella del salón.
Nadie se batió en duelo por ella, Sabina nunca la cantó.
Lautrec nunca dibujó sus bellas cicatrices.
Maldita Penélope, nunca regresó Ulises.

No se enamoró de ella ningún cliente,
y no se escondía el mar tras sus ojos verdes.
No había perdido a un hombre, no había desengaño,
sólo unas malas pociones, el hambre, algún fracaso.

La mujer más vieja del mundo
vende paz, espera de pie en lo oscuro,
a que vayas a su encuentro para curarte la herida,
para despejar tus dudas, para enterrarte en caricias,
para esconderte en sus manos, para que te amparen frías.

Recibiendo golpes, y no sólo de la vida.
Como hojas en otoño se iban cayendo sus días.
¿Qué harás cuando el tiempo devore todas tus horas?
Quizás te cubra la nieve, quizás envejezcas sóla.

Mientes y sonríes mientras te crece una ortiga
en la boca cuando besas una piel desconocida.
Y aunque sobrevivas, que no me cuenten batallas,
que no eres bruja del norte ni eres bienaventurada.

La mujer más vieja del mundo
vende paz, espera de pie en lo oscuro,
a que vayas a su encuentro para curarte la herida,
para despejar tus dudas, para enterrarte en caricias,
para esconderte en sus manos, para que te amparen frías.

Flor nocturna, no quiero darle mi pena,
ni mostrarle mi piedad, no quiero compadecerla.
Puta proletaria, con permiso sólo quiero
un saludo solidario, presentarle mis respetos.

Presentarle mis respetos.

3. No estarás sola

Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano

No estarás sola,
vendrán a buscarte batallones de soldados
que a tu guerrilla de paz se han enrolado.
Y yo en primera fila de combate
abriendo trincheras
para protegernos, mi guerrillera.

No estarás sola,
te saludarán a tu paso en mil idiomas, con mil lenguajes,
la gente a la que despertaste en cada viaje,
los que dormían en las calles,
a los que preguntaste,
por su esperanza, por su desastre.

No habrá distancias
que no cubra cualquier hombre que te busque.
No habrá rincón en que tu nombre no se pronuncie.
No habrá misterio o duda en que tu presencia no luzca,
faro solidario en ausencia de paz,
en tiempos difíciles Estrella Polar.

Sola nunca, nunca estarás.

No estarás sola,
siempre habrá quien se parta en dos en cada despedida,
quien te de aliento cuando te des por vencida.
Tu revolución llenará sonrisas,
yo la incorporé a mis aperos
de trabajo, a mi vida.

Clava hoy tus raíces en mí.
Quién pudiera retenerte en Madrid.
Visitaremos lugares a los que hemos
ido antes juntos,
antes de conocerte,
antes de encontrarte.

No estarás sola,
siempre habrá quien te ayude a hacer las mudanzas,
quien te regale manos flores presencias sin pedir nada.
Y allí estaré para amarte,
y aunque no esté,
allí estaré para amarte.

No estarás sola.
No, no estarás sola.
No estarás sola.

4. La cita

Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano

Mirabas hacia el final de la barra
a una rubia platino, delgada,
con un vestido ceñido que fumaba
un Ducados. “¿Qué hago?”, preguntabas.
“Dile cualquier cosa,
si esta noche no duermes en casa, te debo una copa”.

Amagaste decidido con ir,
“Pero bueno chaval, ¿cómo es que te entran las dudas?”
“¿Sabes qué te digo? Paso de la rubia.
Esta noche me quedo a tu lado,
quiero estar contigo.
Jefe, póngale lo que pida aquí al amigo”.

Madrid era una hoguera y nosotros incendiarios,
aullando a la noche como lobos solitarios.
Madrid era un infierno y nosotros el diablo,
corre o nuestro tridente te habrá atravesado.

Cuando aquel portero de discoteca
decidió al verme que yo no era
apto para entrar a su local hortera
le dije: “¿Ves a mi colega?
Estuvo en prisión
porque a un tipo como tú por menos se cargó”.

Pero el portero, ni con esas.
Riéndonos nos fuimos al bar de enfrente,
a emborracharnos, a maldecir mujeres.
“¿Sabes,? no estaría nada mal,
pasados diez años,
en este mismo garito encontrarnos”.

Y el trato se cerró. “A esta misma hora”. “Aquí estaré yo”.
Brindamos con cerveza y amaneció.
Fue corta la despedida. “¡Cuídate!” “¡Hasta la vista!”.
“Recuerda, dentro de diez años tienes una cita”.

Y el tiempo pasó tan deprisa,
acabada la carrera te perdí la pista.
No volví a saber nada de tu vida,
un día un tipo me dijo que te había visto
seduciendo en la barra de un bar
a una mujer fatal.

Yo mientras, aguantando el tipo.
De vez en cuando me dejan tocar en algún sitio.
Desde que te fuiste ya nada es lo mismo.
De entonces no me queda nada,
sólo pequeñas batallas
que antes creía ganadas, que perderé mañana.

Madrid era una hoguera y nosotros incendiarios,
aullando a la noche como lobos solitarios.
Madrid era un infierno y nosotros el diablo,
corre o nuestro tridente te habrá atravesado.

A los diez años, puntualmente,
en aquel bar yo te espero impaciente.
No ha cambiado tanto allí enfrente,
un portero como aquel de entonces,
hoy les niega el paso
a una pareja de amigos, parecen borrachos.

Pasan las horas mientras te espero,
golpean mi cabeza miles de recuerdos.
Pasan las horas y tú no apareces,
el tiempo todas las batallas vence.

Pasan las horas y de ti no queda nada,
sólo una rubia que me mira al pie de la barra.
Pasan las horas, decido marcharme y tú no viniste,
quizá le diga algo a la rubia antes de irme.

Antes de irme.

5. Tantas cosas

Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano

Si te vas, los árboles del parque
seguirán creciendo, pasará este otoño.
Se unirán dos nuevas soledades,
se dirán mentiras, seguiremos locos.
En el Metro sonreirás dormida camino de clase
y yo, como siempre, quizás llegue tarde.
Seguiré cerrando bares y recuerdos.
No aprenderé nunca a retirarme a tiempo.
Dormiré en la calle, besaré otros fuegos.

La ciudad en tu ausencia seguirá creciendo,
devorando vidas, haciéndolas humo.
Otros cumplirán los planes que trazamos,
que no terminamos, haciéndolos suyos.
Seguirás llorando en algunos cines,
olvidando todo aquello que aprendiste.
Nacerán mil niños y nuevas canciones,
y quizás alguno, quizás, lleve tu nombre.
Nuevos simulacros, nuevas confesiones.

Si te vas, los árboles del parque
seguirán muriendo y también mi fe.
Seguiré olvidándome las llaves
al salir de casa, y quizá en tu piel
haya quien esconda allí su cansancio,
todos sus temores, o quizás sus labios.
Tantas, tantas cosas seguirán pasando,
que quizás las cosas no nos cambien tanto.

Tantas, tantas cosas.
Pero si te vas, estos días serán
esa sucia y vacía franja de playa
que queda cuando tú te has ido,
cuando el mar se aleja y la marea baja.
Yo estaré cansado y quizá más viejo,
maldiciendo estos días muertos.
Tantas, tantas cosas seguirán pasando,
que quizás las cosas no nos cambien tanto.

Tantas, tantas cosas.

6. Una historia de Alvite

Letra: Rodolfo Serrano
Música: Ismael Serrano

Cuando su padre acuchilló a su madre,
estaba tan perdido y tan borracho,
que intentó enterrarla en la cocina
y, muchacho, vivían en un cuarto.

En el Savoy me lo contó el Alvite.
Eran tiempos en los que Ernie Loquasto
reinaba como un dandy analfabeto
sobre las putas, el juego y el caballo.

Ella tenía, ya sabes, lo que tienen
esas mujeres que en lugar de labios
te ofrecen la succión de una bañera
y convierten las camas en un charco.

Hay gente que nace en sábanas de seda
y otros, qué quieres, nacen para ser trapos.

Andaba diferente a todas ellas
y nunca se sabía si sus pasos
eran recuerdos de antiguas palizas
o el culo se lo movía el diablo.

Ella, muchacho, me confesó una noche
que su única ambición, a que negarlo,
era que cuando le llegara ese momento
el ataúd, joder, fuera forrado.

De los hombres nunca decía nada.
Los hombres nunca nada le habían dado,
si quitas mil palizas y algun beso
con sabor a empastes y a tabaco.

Hay gente que nace en sábanas de seda
y otros, qué quieres, nacen para ser trapos.

Yo ya la conocí cuando no era
ni sombra de ella misma, y sus abrazos
olían a cuartucho de pensiones,
y la muerte le buscaba los atajos.

El Alvite me dijo que una noche,
en un callejon tan solitario
que ni ratas había, te lo juro,
encontraron su cuerpo destrozado.

Tenía, dicen, las mismas cuchilladas
que su padre a su madre le había dado.
Hay gente que nace en sábanas de seda
y otros, qué quieres, nacen para ser trapos.

Ni siquiera logró, maldita sea,
ese ataúd forradito de raso.
Su cuerpo se quedó en el Anatómico
para estudio de la ciencia, muchacho.

Hay gente que nace en sábanas de seda
y otros, qué quieres, nacen para ser trapos.

7. La huida

Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano

Ella tiene quince primaveras, pocas mentiras que contar,
dos pendientes de primero y aún no ha visto el mar.
Mientras lo espera sobre la acera, se derrumba el mundo.

Él tiene dieciseis agostos y una nube que robó,
y versos de Extremoduro volando en la habitación.
Mientras la sueña copia un poema que luego hará suyo.

Y como cada tarde, la ciudad se detiene en el instante
en el que él la pasa a recoger.
“¿Qué tal en clase?”. “Llegaste tarde”. “No me riñas, ven”.

Y ella aprieta contra el pecho la carpeta, y en el cielo
anémonas de humo, antenas de coral.
“Si quieres, mi vida, te rapto yo un día, te llevo a ver el mar”.

Una tarde como otra cualquiera él la pasará a buscar
con el alma en un pañuelo, con el coche de papá.
“Sube al barco, niña. Ésta es la huida que te prometí”.

Ojalá que tengan suerte, tal y como lo soñamos,
y al paraíso les lleve la Nacional 4.
“Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa?” “Será que soy feliz”.

Y nada más pasar Despeñaperros se les echa encima el sueño
y las ganas de compartir sudores.
“Paro y nos dormimos”. Fuera queda el frio con la oscura noche.

Al rato, el coche queda lleno de vahos y de vuelos,
en playas infinitas, carretera sin fin.
Arenas desiertas, mil atardeceres que acaban en ti.

No será la luz del alba lo que los despertará,
ni una gran ola rugiendo, no será el olor a sal:
una pareja de picoletos pegándoles voces.

Como el cristal de los sueños, de camino al cuartelillo.
Se han quebrado un par de vidas entre broncas y gritos.
¿A quién se le ocurre? Se deshace una nube y una ola se rompe.

Y ya de vuelta a la ciudad, donde nunca sabe a sal,
la piel y la lluvia, que a veces te besa,
se van para casa, escuchan aullidos, golpes que no cesan.

Los viejos les prohibieron la salida, el tiempo fue arando sus vidas,
quemando poemas, carretera sin fin.
De vuelta hacia casa mil atardeceres que acaban sin ti.

La ciudad se siguió derrumbando, en la acera mientras tanto
anémonas de humo, antenas de coral.
Él se pierde en la bruma, ella sólo recuerda cuando mira el mar.

Le asalta la duda de estar viva y recuerda alguna huida
cuando aún no sabía mentir.
“Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa?” “Será que soy feliz”.

8. Has de saber

Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano

Amor mío, has de saber
que uno tiene el alma negra
de respirar el humo de los bares
en los que tú nunca has de beber.

Allí perseguí a mujeres ajenas,
que lloraron conmigo o por mí,
que me llevaron a sus casas
para dejarme morir.

Amor mío, antes de nada has de saber
que no soy recomendable.
No tengo alas para llevarte
pero, si faltas, ¿cómo salvarme?

¿Cómo salvarme?

Amor mío, allí olvidé
que soy tuyo, que se hace de día también,
que afuera me estarían esperando,
y dónde diablos aparqué.

Te vi pasar y blasfemar,
y me escondí entre los portales
para evitar que te cortaras
con mi fracaso de cristales.

Amor mío, antes de nada has de saber
que no soy recomendable.
No tengo alas para llevarte
pero, si faltas, ¿cómo salvarme?

¿Cómo salvarme?

9. La casa encantada

Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano

En esta casa antes hubo soledades,
antes de abrir sus puertas, sus ventanas,
para que entrara el aire de tus cielos,
para que se escaparan los fantasmas.

En esta casa nunca antes sonó un latido
de un corazón que siente, lucha y duda.
Y ahora anda el tuyo buscando sus voces
para cantar a aquellos que no escuchan.

Y ahora vienen a echarnos de esta casa,
búscame entre el humo y el metal,
aferrándome al alma de estos muros
entre los que te conocí,
en que jugamos a ganar batallas,
de esta isla de paz en que yo te creí
cuando me diste manos y esperanza.

En esta casa antes hubo mil silencios,
antes de que tu risa los llenara.
Aquí se forjó el humo de tus versos,
te vi llorar y vi crecer tus plantas.

En esta casa nunca antes hubo madrugadas
en que refugiarse de esta tormenta.
Y ahora bailas y bebes conmigo
en espiral de luz, y es que hubo fiesta.

Y ahora vienen a echarnos de esta casa,
búscame entre el humo y el metal,
aferrándome al alma de estos muros
entre los que te conocí,
en que jugamos a ganar batallas.

Y ahora vienen a echarnos de esta casa,
búscame entre el humo y el metal,
aferrándome al alma de estos muros
entre los que te conocí,
en que jugamos a ganar batallas,
de esta isla de paz en que yo te creí
cuando me diste manos y esperanza.

10. La ciudad parece un mundo

Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano

La ciudad me mira con tus ojos,
las calles llenas de cansancio.
Esperando una nueva batalla,
todo sigue igual, como lo dejamos.
Un mar de otoño se muere en la acera,
la soledad me espera fuera.

Los parques abrigan oscuros
a niños sedientos de nostalgia.
Se mienten, se abrazan desnudos,
lloran y el sexo les abrasa.
Yo también dije esas mentiras.
Hoy no me pidas que las repita.

La ciudad parece un mundo cuando se ama a un habitante
y hoy la ciudad nos enseña que no soy ni seré tu mejor amante.
La ciudad parece un mundo cuando se ama a un habitante
y hoy la ciudad nos enseña que no somos ni seremos nunca los de antes.

De noche las camareras,
que ignoran mi existencia, a las que amo,
me sirven una cerveza y alardean
de los hombres que han devorado.
Malditas todas las mujeres
que me han herido, que me han negado.

Regreso a todos los lugares
en los que te amé loco y borracho,
el oscuro bar donde yo te convencí
de que mentir no era tan malo.
“No pienses en él esta noche
y dime que me amas, que él no te oye”.

La ciudad parece un mundo cuando se ama a un habitante
y hoy la ciudad nos enseña que no soy ni seré tu mejor amante.
La ciudad parece un mundo cuando se ama a un habitante
y hoy la ciudad nos enseña que no somos ni seremos nunca los de antes.

11. Lo que hay que aguantar

Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano

Se recorta tu figura sacrosanta,
en lo oscuro de un bar bailas,
sensual y generosa.
Hipnotizados espectadores,
sufrimos los estertores,
de una visión milagrosa.

Cómplices todos los presentes,
nuestras miradas convergen
en tus rítmicas caderas.
Compartiendo con la gente
tus vivas e inteligentes,
tus animales maneras.

Lo que hay que aguantar.
Ser uno más
compartiendo tanto, tanto sentimiento.
Lo que hay que aguantar.
Parecer vulgar
y ejercer de galán para esta mujer.

Lo que hay que aguantar.

Temo que nos pille algún atasco
a ella y a mí, atrapados
por los coches y el asfalto.
Temo que, sobresaltados,
los conductores de al lado
decidan abordarnos.

Lanzan besos, gritan promesas,
que por ser un caballero
hoy no voy a repetir.
Y ella solidaria les saluda,
y yo quedo con la duda,
¿se están riendo de mí?

Lo que hay que aguantar.
¿Qué feromonas
exhala esta señora, que a todos enamora?
Lo que hay que aguantar.
¿Cuál será su perfume
que a todos nos sume en esta imbecilidad?

Lo que hay que aguantar.

“Me permite que le diga, caballero,
que su amiga es un portento
sobrenatural”.
Otros, con peores formas,
alegremente me informan
de lo buena que hoy estás.

Yo sonrío como un idiota,
y no sé si se me nota
que algo arde en mi interior.
Yo sonrío feliz y contento,
y sensatamente asiento
“Creo que usted tiene razón”.

Lo que hay que aguantar.
Ser uno más
compartiendo tanto, tanto sentimiento.
Lo que hay que aguantar.
Parecer vulgar
y ejercer de galán para esta mujer.

Lo que hay que aguantar.
¿Qué feromonas
exhala esta señora, que a todos enamora?
Lo que hay que aguantar.
¿Cuál será su perfume
que a todos nos sume en esta imbecilidad?

Lo que hay que aguantar.

12. Ya ves

Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano

Ya ves, a veces me canso de ser hombre y también
me agota escuchar que todo va bien,
y ver tristes hombres mirando al sur,
y no existir si no me miras tú.

Ya ves, a veces me canso de perderte y saber
que estamos solos y no va a volver
Guevara para darme la razón
de no verte tendida en mi colchón.

Y mientras tanto,
estrépito de andamios,
pateras y naufragios,
desvelan nuestro sueño.
Y mientras tanto,
si hoy se cae La Habana,
¿el día de mañana
quién será nuestro dueño?

Así yo canto para recordar
que sigues a mi lado,
que aún sueñas despierta porque así
vencemos el cansancio.
Así yo canto para recordar
que aún seguimos vivos,
si no ves más allá de tu horizonte
estaremos perdidos.

Ya ves, a veces me canso de ser libre, de ser
libre para venderme y caer
muerto donde mi libertad prefiera,
siempre al otro lado de tu frontera.

Ya ves, a veces me canso de mí y de no tener
valor para buscarte y cometer
todo delito que este amor exija.
“Quieta ahí, tus labios o la vida”.

Y mientras tanto,
estrépito de andamios,
pateras y naufragios,
desvelan nuestro sueño.
Y mientras tanto,
si arde Lacandona
si Marcos abandona,
¿quién será nuestro dueño?

Así yo canto para recordar
que sigues a mi lado,
que aún sueñas despierta porque así
vencemos el cansancio.
Así yo canto para recordar
que aún seguimos vivos,
si no ves más allá de tu horizonte
estaremos perdidos.